Cuando un hombre de “a pie” que conoce en carne propia la realidad que vive su pueblo, que sabe de la fuerte huella que deja la injusticia y la desigualdad en la gente, que ha logrado a base de esfuerzo y valores todo lo que es hoy y ahora y se convierte en nuestro defensor del pueblo volvemos a creer en que no todo está perdido; en que los rumbos de este país pueden ser mejores cuando sus hijos más idóneos asumen el compromiso de velar por los mejores intereses de su comunidad.

Afortunadamente en la República Dominicana tenemos la figura del Defensor del Pueblo, amparada en la Ley No. 19-01, y cuyo propósito es “velar por el cumplimiento y la aplicación de los derechos fundamentales de la persona y vigilar la legalidad de los actos de la administración pública y de las instituciones de carácter privado o mixto que prestan servicios públicos” y más fortuna aún es contar con Pablo Ulloa asumiendo este gran reto, lleno de satisfacciones por lo que puede lograrse y no exento penas por lo que no.

Es que debemos ser realistas, en un país marcado por la corrupción, por el nepotismo, por el poder del dinero, apellidos e intereses, el camino que recorrerá Pablo a partir de ahora será cruel, despiadado, ingrato y es el deber de todos y todas apoyarlo, cuidarlo, no solo por lo que representa – un joven como cualquiera de nosotros que quiere lo mejor para su país-  sino también por la institución que prescinde,  porque no podemos ni debemos bajar los brazos cuando se trate de defender la labor del Ombudsman.

Cuenta con nosotros Don Pablo.

Sabemos que tú apuesta y arriesga más de lo que podemos ver o intuir. Como decía mi madre, cuando el único bien que tienes es el honor de tu familia debes cuidarlo de las arenas movedizas del poder y nosotros, los ciudadanos, te vamos a acompañar en esta tarea de defender a los más indefensos.

Solo te pedimos una cosa: No olvide tus inicios, tu barrio. Si Amín Abel Hasbún y Narciso González en la zona universitaria dieron significado a tu vida y marcaron el camino de lo que eres hoy, vamos en la dirección correcta.