Cargado de cambios sociales y políticos importantes para nuestro país y la región, con desafíos institucionales, legales, sanitarios y educativos que continúan siendo una aspiración colectiva; hoy metafóricamente, pasamos página y concluimos el 2020 para embargarnos en un trayecto de 365 días en el que tendremos la oportunidad de ser ciudadanas y ciudadanos responsables, conscientes y empoderados de nuestro presente y futuro.
Si algo nos mostró el pasado año es que cuando asumimos colectivamente una causa podemos transformar añejos cursos de acción y hacer girar el timón a favor del mejor interés de todos. Pero también nos mostró como el egoísmo y la inconsecuencia individual pueden ocasionar reveses importantes en nuestro país. El alto índice de contagios de COVID registrado a raíz de la flexibilización de las medidas pautadas por el poder ejecutivo es solo una muestra de lo que puede pasar cuando no pensamos en el bien colectivo.
¿Pero será que el gobierno nos mantendrá trancados? ¡se volvieron locos! o ¡estoy cansado de estar encerrado! son las frases del día a día. Lamentablemente el decreto de un gobierno no hará desaparecer el COVID; pero si personal y socialmente dejamos de lado lo que queremos y hacemos lo que debemos, sin duda esos indicadores bajarán.
Este es un buen día para reflexionar, para proponernos un ejercicio cotidiano de autorregulación personal y para contribuir con nuestras acciones y diálogos a que colectivamente respetemos y nos apeguemos a las normas establecidas.
Todos queremos volver a la normalidad, pero esta nunca será la misma. El 2021 es un año de tránsito a una vida postCOVID y como tal, un año que necesita de cada una de nosotras y nosotros para que juntos podamos encontrar la dinámica personal y social que nos permita -sin perder la batalla- vivir y convivir con el virus.
El país nos necesita, el camino hacia una sociedad más equitativa y justa nos espera.
Las deudas sociales y transformaciones institucionales que necesitamos para contar con un sistema sanitario y educativo de calidad, donde el eje central sea la dignidad y el aprendizaje de nuestros niños y niñas respectivamente espera por cada uno de nosotros. Esto solo será posible si retomamos nuestras intenciones y propósitos a pesar de esta “nueva normalidad”.
Permitamos que este 2021, nuestra gente y en especial nuestros niños y niñas y adolescentes y jóvenes, puedan tronar con alegría y sin miedo a un rebrote, continuar con sus vidas, proyectos y con la tan anhelada aventura de aprender.