La experiencia nos indica que la mejor forma de recuperarse tras una crisis es aprendiendo de ella. Aprender tanto de lo que se hizo bien como de lo que no fue tan efectivo; y es que a partir de este aprendizaje y teniendo en cuenta la importancia de sistematizar las experiencias, es que se pueden introducir o mantener recursos que la comunidad sabrá que son de utilidad en este tipo de situaciones. Aun cuando cada evento crítico presenta particularidades que le hacen especial es posible identificar estrategias para restablecernos, y así es como la comunidad educativa debe prepararse para el regreso a clases.
Con los recursos disponibles y de la mejor manera posible cada comunidad educativa ha enfrentado el desafío que significó el escenario Covid, la suspensión de las clases presenciales y la perdida momentánea de la escuela como lugar de encuentro, como espacio irremplazable en la formación de vínculos y relaciones humanas tan únicas que en ella se propician. Es por esto que debemos prepararnos para el re-encuentro, entendiendo que se hace necesario fortalecer el rol protector de la escuela y del soporte psicológico que brinda la comunidad educativa.
Retomar la rutina de clases significa para los padres y familias volver a su dinámica habitual o bien a reconstruirla en función de sus propias vivencias post Covid, pero para los estudiantes significa una mejora en la percepción de la propia seguridad y el control, además de la reducción de la ansiedad que provoca la incertidumbre. Con el regreso al aula regresan las certezas, la constancia y la previsibilidad de un aspecto importante de sus vidas.
Desde la comunidad educativa entendemos que el retorno debe ser paulatino y amoroso, con un alto criterio de la realidad grupal; son niños en su mayoría, pero con una vasta capacidad de entender lo que está pasando y lo que podría significar personal y colectivamente. No juguemos juegos perversos, no fabulemos, llevemos la conversación a su nivel, sin infantilismos, sin faltar a la verdad.
Y desde la institucionalidad contribuyamos al fortalecimiento de los conocimientos en torno a las crisis y los cambios que el Covid nos dejó. Lo perdido y lo ganado no puede perderse en el tiempo; en nuestra memoria debe quedar plasmada cuanto hemos avanzado, las innovaciones que hemos incorporado. Son los hitos de nuestra vida escolar y la muestra clara de que es posible la recuperación.